jueves, 24 de mayo de 2012

¡Somos los campeones! ¡Campeones de Europa! (parte II de III)


90 minutos separan el cielo del infierno

Finalmente, después de diez años y 87 partidos de competencia europea, Leeds se hallaba a 90 minutos de cumplir el sueño, de alcanzar la mayor la gloria, la copa que siempre le resultó esquiva. Atrás quedó en semifinales el poderoso Barcelona de Johann Cryuff, que tras caer eliminado luego de perder 2-1 en Elland Road y empatar 1-1 en Camp Nou el astro holandes fue claro y contundente en sus declaraciones. “Si le dejás la posesión del balón al Leeds, te van a bailar”.

La tarde caía en París, Leeds saltó al terreno uniformado totalmente de blanco, sólo interrumpido por los números azules en la espalda y el escudo del club en el pecho. Bayern por su parte, lo hizo de color rojo en toda su vestimenta, adornado por las tres tiras blancas de la empresa deportiva Adidas. En el círculo central, los capitanes Billy Bremner y Franz Beckenbauer, intercambiaron banderines alusivos y el árbitro francés de origen armenio, Michael Kitabdjian, cumplió con el sorteo de rutina.

Apenas 4 minutos marcaba el reloj, cuando el defensa sueco del Bayern, Bjorn Andersson y el mediocampista galés Terry Yorath, disputaron un balón cerca de la mitad de la cancha. Yorath no era el jugador estéticamente más vistoso ni el técnicamente más dotado, pero poseía una fuerza y una determinación pocas veces vista. Como resultado del choque de titanes, Andersson abandonó el terreno con una lesión de rodilla que fue el certificado de defunción de su carrera futbolística, dado que sólo jugo un puñado de partidos en los años siguientes.

Leeds dominaba el balón y el pulso del partido, pero no podía llegar al gol, Sepp Maier el arquero alemán, se quedó con un envió cruzado de Lorimer y un remate de Jordan sin siquiera dar rebote, y un disparo de Giles desde fuera del área se perdió apenas por encima del travesaño. Promediando la etapa inicial, Lorimer desborda por derecha y envía un centro al área que da en la mano de Beckenbauer, pero el árbitro desestimó cobrar penal.

Cerca de diez minutos antes del descanso llega una jugada que pudo cambiar el encuentro, y que la voz del relator Alan Parry inmortalizó: “la pelota le queda Giles, la pasa hacia Clarke que ingresa al área, y ¡Clarke ha sido derribado!”. Al igual que Parry la jugada la vio todo el estadio, menos una persona, que resultó ser el árbitro. Ante la mirada atónita de Clarke tendido en la gramilla, y la protesta inútil de sus compañeros, Kitabdjian señala saque de arco. La primera etapa, con claro dominio del conjunto inglés, termina sin la apertura del marcador.


La segunda mitad continuó con el dominio White, al minuto 67 un balón enviado al área del Bayern, es despejado corto por Beckenbauer y Peter Lorimer lo impactó de volea incrustándolo con violencia en el arco de Maier, que no atinó a ensayar ningún movimiento.

El cerrojo alemán finalmente cayó. El juez de línea corrió a su posición para reanudar el juego. Pero el principal se quedó señalando un offside inexistente de Bremner. El árbitro va a consultar al asistente, que nunca levantó su bandera, y ante el desconcierto generalizado, y la zozobra de jugadores e hinchas del Leeds, anula finalmente la conquista.      

El conjunto británico dominó por más de una hora todos los aspectos del juego, pero al ser privado del gol injustamente, el equipo sintió el golpe, y los hinchas también: Dave presenció  cuando “De alguna manera uno logro trepar el alambrado y saltó dentro del campo, intentó irrumpir en la cancha, pero antes fue interceptado por la policía que no ahorró patadas, puñetazos ni garrotazos para derribarlo, todo esto frente a los más de15.000 hinchas del Leeds que estaban en la tribuna”. Era la chispa que faltaba para que los incidentes se extiendan.

“La gente no pudo soportarlo y comenzó el tumulto cuando la policía francesa ingresó a la tribuna munida de escudos, cascos y  garrotes, para rodear el sector donde estaban los aficionados del Leeds. Esos policías fueron blancos de todos los objetos arrojados por los hinchas, desde los asientos arrancados de su sitio hasta cámaras de TV, de fotos y otros equipamientos” recordó Dave

El partido estuvo unos minutos detenido, y al reanudarse, una sombra de lo que había sido el Leeds hasta entonces, se vio en el terreno de juego. Los alemanes lanzados a la contra, se pusieron en ventaja con un remate cruzado de Roth. Leeds ya no tenía respuestas anímicas ni futbolísticas y poco después llegó la estocada final de Gerd Muller, tras otro contraataque. Una farsa, y a la vez, una tragedia.

Tras el pitazo final, los incidentes seguían en las tribunas, el Bayern intentó una tímida vuelta olímpica, pero a los pocos metros tuvieron que abortarla por la lluvia de asientos y otros objetos que caían desde la tribunas al grito de “WE ARE THE CAMPIONS, THE CHAMPIONS OF EUROPE!” un canto que treinta y siete años después aun entona la desafiante hinchada del Leeds cada vez que el equipo se presenta.

Dave y sus amigos no pudieron ver casi nada del final del partido por los incidentes, abandonaron rápidamente el estadio y se encontraron un paisaje impensado: automóviles dados vuelta y en llamas, vidrieras destrozadas, enfrentamientos entre los hooligans y la caballería que llegó para asistir a la policía antitumulto, poco después irrumpieron los camiones hidrantes, mientras la nube de gas lacrimógeno enturbiaba la vista y dificultaba la respiración. Los disturbios e incidentes se apoderaron de la ciudad capital.

Finalmente, esquivando a la policía y huyendo del gas, llegaron a donde se encontraba el vehículo y emprendieron el viaje de regreso a Inglaterra. Pero muchos otros hinchas no tuvieron esa suerte, aquellos que permanecieron en Francia, alojados en hoteles tuvieron que subir con rapidez a sus cuartos porque la policía entraba a los lobbys y los bares para detenerlos. Incluso algunos de ellos fueron detenidos desde sus propias habitaciones porque la policía preguntaba en la recepción si había algún inglés hospedado en ese momento”.

La UEFA se desentendió de la extraña conducta del árbitro pero impuso una sanción al Leeds por los desmanes, que le prohibía participar de competencias europeas durante 4 años, sanción que se redujo a la mitad, luego de la apelación presentada por los ingleses, pero que en definitiva quedó en anecdótica, por que la próxima vez que el club ganó el derecho a disputar un certamen internacional, fue 17 años después.

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